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Mujeres internas en el hogar: un trabajo invisible

8M

El día 8 de marzo se celebra el Día Internacional de la Mujer para trasladar conciencia sobre la importancia de empoderar a las mujeres en todos los entornos, proteger sus derechos y garantizar que estas puedan alcanzar todo su potencial; de igual forma sirve para visibilizar la desigualdad y la discriminación.

Es por eso que este año, desde los Servicios Sociales Comarcales, queremos centrar el foco de atención en un sector de la población muy presente en nuestra comarca, pero a la vez muy invisibilizado: las mujeres trabajadoras del hogar y del cuidado que están en régimen de internas, atendiendo a las personas mayores.

A través de diversas entrevistas con mujeres que trabajan o han trabajado como internas, se observa que la inmensa mayoría de estas mujeres provienen de diferentes países de Latinoamérica. Toman la decisión de venir a España huyendo de duras condiciones socioeconómicas o de violencia de diversos tipos, como de género o ciudadana.

Desde el momento que toman la difícil decisión de marcharse de su país son conscientes de que el mercado laboral que se les abre en España es el de los cuidados en el ámbito doméstico, y aunque jamás se hubieran planteado dedicarse al ámbito del hogar y el cuidado -porque la mayoría tienen formación universitaria-, son realistas y saben que aquí no podrán optar a otro tipo de empleo.

Lo que les hace llegar al ámbito rural es que, debido al envejecimiento de la población, consideran que pueden tener más oportunidades de trabajo. Además, este sector se mueve por recomendaciones entre conocidos y redes informales, por lo que piensan que en municipios más pequeños será más fácil darse a conocer.

Nos cuentan que les costó adaptarse y, pese a que utilizamos el mismo idioma, destacan que expresiones y lenguaje (entre otros) son diferentes. Esto, sumado al miedo e inseguridad, creaba en un principio un sentimiento de estrés y desubicación.

Relatan sentirse realizadas y haber aprendido mucho en sus trabajos, aunque a largo plazo desean poder desarrollarse profesionalmente en otros ámbitos con otras condiciones laborales.

Se sienten bien prestando cuidados a otras personas, pero no se sienten valoradas. Destacan duras condiciones laborales que les provocan no disponer del tiempo necesario para descansar, desconectar, socializar y hacer amistades. En definitiva, vivir experiencias propias que les permitan tener su espacio. Su vida personal, necesidades o estado emocional pasan a un segundo plano para quienes las contratan, pero incluso también para ellas mismas. Abandonan sus familias, perdiendo su propia identidad, ya que se vuelcan totalmente en el cuidado. Algunas de ellas refieren librar 1 ó 2 horas al día y sentirse afortunadas por ello, ya que conocen otras mujeres que ni siquiera libran en todo el día.

El hecho de vivir y trabajar en el mismo lugar provoca que no puedan salir de una situación de mucha carga mental. Son acompañantes, enfermeras, limpiadoras, asistentes personales, trabajadoras sanitarias y sociosanitarias, manejan ayudas instrumentales... pero lo más importante, dan cariño y compañía a quienes cuidan.

Es un trabajo agotador, ya que la persona a la que atienden depende de ellas, su bienestar y responsabilidad recae sobre sus hombros, durante el día, pero también durante la noche. Por eso explican que en numerosas ocasiones no pueden dormir tranquilas ni tener el descanso necesario, porque la persona a la que cuidan las necesita en cualquier momento.

Cuando necesitan despejarse, las que tienen horas libres aprovechan para descansar, establecer relaciones sociales en la comunidad o comunicarse con su familia en el país de origen, hecho con el que intentan seguir presentes en la vida familiar y mantener contacto con sus hijos.

Lamentan que los horarios que tienen no son compatibles con cursos, y muchas de ellas son mujeres jóvenes con ganas de seguir aprendiendo y formándose.

Respecto a la sociedad, sienten que están integradas y que se les ha tratado bien, pero también destacan que muchas veces no tienen acceso a información jurídica y laboral sobre sus derechos, nadie les ha informado y, en ocasiones, los empleadores no muestran demasiado interés en ello.

A nivel legal, el principal problema con el que se encuentran es la formalización de un contrato que les pueda dar acceso a regularizar su situación. Comienzan a trabajar con la promesa de que se les hará un contrato, pero en muchas ocasiones esto nunca llega y se ven obligadas a continuar sin poder tramitar su autorización de residencia o buscar otro empleo, con la carga emocional que conlleva despedirse y desvincularse de la persona cuidada y tener que comenzar de nuevo.

Desean dejar de ser invisibles, que se reconozca su trabajo, sus derechos como trabajadoras, tener oportunidades para formarse y poder desconectar, para poder realizar mejor la tarea del cuidado. Ya que se entregan y esfuerzan para ofrecer lo mejor de sí mismas en el cuidado de nuestros familiares.

Servicios Sociales Comarcales

 

 

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