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Quemados y … cabreados. Oleada de incendios forestales en Aragón

Incendio

En el capítulo de hoy quizá hubiera sido más instructivo hablar de la gestión de los montes de utilidad pública, de las especies de flora protegidas que hay en la Comarca de la Ribera baja y que aparecen incluidas en el Catálogo de Especies Catalogadas de la Comunidad Autónoma de Aragón. O bien hubiera sido más refrescante hablar de cómo va la temporada de pesca deportiva en la cuenca del río Ebro (número de licencias, pernoctas, especies extraídas…) desde un punto de vista puramente estadístico y generador de riqueza para la zona. ¡Pero no! Porque tal cantidad de incendios acaecidos durante las últimas semanas y sus consecuencias no pueden permanecer obviados y almacenados en nuestro cuarto trastero mental a la espera de comenzar nuestras vacaciones (totalmente merecidas por otra parte), quedando como un recuerdo borroso y desagradable.

Los últimos incendios forestales (hasta el 21 de junio) son el Nonaspe, con más de 2000 hectáreas quemadas, Luna con 88 hectáreas, Siguës con 60 hectáreas calcinadas de pinar, Mainar más de 40 hectáreas, Valderrobles con 22 hectáreas, El Poyo del Cid 17 hectáreas, además de los de Castejón de Tornos, Bubierca, Pradilla de Ebro, Barbastro, Calanda, Alfajarín, Caspe, Jaulín, Belchite, Estopiñán, Benabarre, etc., etc., etc. Esta es la triste lista de incendios forestales que hemos tenido y que, seguro, se irá ampliando durante todo un verano cuya andadura comienza en pocas horas. Eso, tenedlo por seguro, será así si no actuamos con diligencia y somos cuidadosos con nuestro entorno.

A grandes rasgos, Aragón cuenta con un operativo contra incendios forestales de gran valor, puesto que aúna grandes resultados y poco gasto económico. Es un operativo basado en el reparto de medios actuantes por toda la geografía aragonesa para que, en caso de aviso de un fuego, pueda atacarse lo antes posible y quede en un simple conato (< 1 hectárea). Existes unos 360 Agentes para la Protección de la Naturaleza (APN) actuando como directores de extinción y/o jefes de recursos, cerca de 60 técnicos preparados para labores de coordinación y dirección de extinción, 57 cuadrillas terrestres simples, más 5 dobles, 8 cuadrillas helitransportadas, 39 autobombas forestales (actualmente Pina de Ebro cuenta con una autobomba y dos conductores operarios asignados), 8 aeronaves de extinción y transporte de personal al incendio, 80 puestos fijos de vigilancia, junto a un bulldozer y los medios transferidos del Ministerio para la Transición Ecológica (helicóptero bombardero Kamov, una Brigada de Refuerzo en Incendios Forestales helitransportada con base en Daroca y dos aviones anfibios CanadairCL-215T).  Dicho operativo está formado por grandes profesionales, cuya vocación de servicio público en defensa de nuestro patrimonio natural hace que en ocasiones tengan que desplazarse al incendio con sus propios vehículos, como es el caso del incendio producido en Sigües, en la Canal de Berdún, donde dos APN tuvieron que desplazarse con sus propios medios debido al lamentable estado del parque móvil dependiente de Medio Ambiente del Gobierno autonómico, en donde la falta de vehículos impide la realización de numerosos servicios ordinarios y extraordinarios, con el perjuicio que ello puede conllevar: peligro al no disponer de emisora; no hay localización de la posición GPS en las pantallas de los centros de operaciones; no se pueden señalizar correctamente como vehículo de emergencias las maniobras al resto de usuarios de la red de carretera, etc.

Y la razón por la que digo todo esto es porque parece que desde la cúpula política que gestiona el medio natural aragonés no se quiere ver que los efectos del cambio climático están ya aquí para quedarse. Que no vale jugar a pitonisa, ni elucubrar cual visionario sabelotodo sobre cuándo y cómo es preciso activar el operativo. Las fechas no cuentan, ahora no podemos fiarnos de si la época de alerta comienza el 1 de junio o si termina el 30 de septiembre. Las altas temperaturas, los vientos con grandes rachas y la falta de lluvias no son procesos fisicoclimáticos estacionarios. Se trata de estar preparados TODO EL AÑO. De llevar a cabo una gestión eficaz de los montes, con acciones de prevención enfocadas a un paulatino cambio de tendencia forestal, inclinando la balanza hacia una cubierta vegetal propia de la zona y no con extensas repoblaciones propias de épocas en blanco y negro con olor a alcanfor. Hacer y dejar hacer a los grandes profesionales con los que cuenta esta administración. Fomentar “en serio” políticas de educación y sensibilización medioambiental en colegios y centros educativos. Y, desde luego, no recortar en personal, medios y tiempo de participación de los diferentes medios.

Por favor, seamos coherentes, todos, personal actuante, responsables políticos, agricultores, pescadores, cazadores, …. Está en nuestra mano parar las causas que provocan esta lacra en forma de fuego arrasador, ya que, al final, todo el ruido -mediático o no- generado alrededor de todos estos incendios se tornará en silencio. Pasos mudos sobre una tierra de ceniza y desolación. Mucho cuidado. Salvemos nuestra tierra.

PRECAUCIÓN.

Javier Blasco

Agente para la Protección de la Naturaleza y naturalista

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