“A un caballo nunca se le consigue domar a la fuerza. Hay que convencerlo”

Alberto Burgués vive en Pina, localidad de la que procede, y es un apasionado del mundo del caballo desde siempre, aunque hace solo 10 años que se compró su primera yegua. “Este es un mundo que te engancha enseguida. Por eso, cuando surgió la oportunidad de comprar una yegua, me la llevé a Pina y me propuse el reto de conseguir domarla”, explica.
No fue un trabajo fácil, sobre todo porque el animal había tenido malas experiencias anteriores. “A un caballo no se le doma nunca a la fuerza. Hay que convencerlo. Son animales muy inteligentes y tienen la capacidad de aprender muy rápido, pero de desobedecer muy rápido también. Por eso, para la doma es fundamental hacer las cosas bien desde el principio, porque si no es así se le va a quedar grabado. Y eso es lo que le pasaba a Triana. Era una yegua complicada porque tenía el recuerdo de lo que no se había hecho bien con ella”, añade.
Aun así, una vez domada, Triana pasó a vivir en el picadero de Miraflores (en Zaragoza), donde estuvo cinco años. “La gente aprendía a montar a caballo con ella. Hasta que, cinco años después, se murió. Y yo lo pasé mal, porque son animales con los que se crea un vínculo especial. Estuve dos meses sin querer saber nada de caballos, pero en casa me animaron y me insistieron en que necesitaba un caballo en mi vida”.
Así que Alberto comenzó la búsqueda para comprar un nuevo caballo. Estuvo en Valencia y también en Segovia, pero no encontró ninguno que le convenciera. “Me había gustado desde el principio una yegua que había en el picadero donde estaba Triana y, por mucho que miré, no encontré ninguna que me gustara más, así que acabé comprando a Poderosa, una yegua que me planteaba un nuevo reto, porque había que meterle muchas horas para conseguir domarla”, explica.
Pero Alberto no es el único aficionado a los caballos de su familia. Su hija Carla ha heredado su pasión y, aunque empezó montando a ponis hace años, la compra de Poderosa supuso todo un revulsivo. “Carla había montado a Triana solo dos o tres veces, porque era una yegua complicada y una vez se cayó y le cogió miedo, pero Poderosa le encantó desde el principio y a los dos o tres meses de tenerla empezó a dar clases”.
La doma de caballos es un proceso complejo y continuo que requiere muchas horas de dedicación y paciencia. “Se puede decir que nunca acabas de domar a un caballo. Igual que tampoco terminas de aprender a montar”, añade Alberto, que ha contado siempre con la ayuda de sus dos profesores de equitación: el expicador de toros Antonio Sopeña, que le ayudó a domar a Triana, y la que fue campeona de España de doma vaquera, Cristina Robledo, actual profesora tanto de Alberto como de su hija Carla. “Las mujeres tienen un tacto ecuestre diferente y mucha más flexibilidad en la cadera, por eso siempre montan a caballo mucho mejor que los hombres”, explica Alberto.
Carla empezó a montar con solo 10 años, tiene cualidades y le apasiona este mundo. Esas fueron las razones por las que hace un tiempo Cristina -su profesora- le propuso participar en una competición de doma vaquera. “La doma vaquera es una doma de campo que se hacía para trabajar con el ganado bravo. El mundo del caballo ha ido muy vinculado siempre al toro y es algo que está muy arraigado, sobre todo, en Andalucía”, añade Alberto.
Así, Carla participó en el Campeonato de Aragón de Doma Vaquera. “No lo hizo con Poderosa porque no estaba domada aún, sino con otro caballo con el que solo había entrenado un par de días antes. En un momento de la prueba supo controlar la situación con mucho temple y sorprendió a todos ganando la prueba fuera de competición. Fue entonces cuando me dijo que quería competir con Poderosa”, comenta Alberto.
Después de aquello, comenzó un proceso de doma más estricta, pensando en la competición con Poderosa. Carla estuvo dos años compitiendo en categoría alevín, y ambos fue campeona de Aragón. Ahora compite en categoría infantil y al año que viene pasará a categoría juvenil una estrella. “Ahora la doma vaquera está en auge. Hay dos campeonatos, la Copa Reino de Aragón y el Campeonato de Aragón. La meta de Carla hoy por hoy es ganar de nuevo aquí para poder ir al Campeonato de España”, afirma Alberto, que cree que otra de las cosas positivas de esta pasión por los caballos es que ha conseguido unirle mucho a su hija. “Esto nos ha ayudado a tener mucha más confianza. Ella monta muy bien y es muy competitiva, aunque siempre le digo que lo verdaderamente importante es que cuando se suba a un caballo, disfrute. Esto, ante todo, es una afición y, por eso, solo tiene sentido si la disfrutas. En esto, como en todo, nunca se deja de aprender, pero la clave siempre tiene que ser disfrutar”, añade Alberto.