Las voces femeninas de la cuarentena: “No creo que esto nos vaya a hacer mejores. Los que son buenos ahora, ya lo eran antes, y lo que son malos no van a aprender nada”

La pandemia ha paralizado nuestra vida de puertas hacia afuera. Pero de puertas hacia dentro seguimos viviendo, sufriendo, trabajando, educando y preocupándonos por una situación que le ha dado un vuelco a nuestra rutina.
En zafarache se nos ocurrió que era buena idea acercarnos un poco a esa nueva rutina de la cuarentena a través de testimonios directos de vecinos de la comarca. Por eso, decidimos buscar a una persona de cada uno de los 10 municipios, pero también queríamos que nos contaran su historia desde perfiles diferentes: personas que vivieran en familia, que vivieran solas, autónomos, amas de casa, personas con hijos de diferentes edades, personas que desarrollaran trabajos esenciales e insustituibles en estos días… Y, así, aunando todo esto, han salido estas entrevistas, que pretenden acercar esa nueva rutina y reflexionar sobre cómo nos cambiará la pandemia.
Esperamos que os gusten y agradecemos de corazón la conversación con todas y cada una porque fue un baño de realidad y, a la vez, un chute de energía. ¡Gracias por ser como sois!!
Hoy os dejamos la entrevista de Pili Germán, alborgina residente en Escatrón desde hace muchos años, que ha pasado todo el confinamiento trabajando, ya que es autónoma y agricultora, uno de los sectores esenciales en esta crisis y siempre.
Pili Germán es alborgina de nacimiento y escatronera de adopción. Vive en Escatrón junto a su marido y su hija y, aunque en estos momentos su actividad laboral se centra en el campo, lleva muchos años trabajando junto a su marido en las diferentes empresas que tienen: su empresa matriz, Áridos Artal, una yesería, los olivares (de los que sale el aceite de Marta, llamado así por la hija de ambos) y la almazara, puesta en marcha hace unos meses.
¿Cómo lo llevas? ¿Te esta costando mucho afrontar esta situación?
Pues intento ayudar todo lo que se puedo, pero muchas veces me da el bajón. En casa me siento segura, pero tengo la obligación de trabajar, soy agricultora y el campo no puede ni debe parar, así que me cuesta salir, pero salgo.
No me imaginaba pasar por algo parecido. Pero me han contado mucho las consecuencias de la guerra, haciendo una reflexión y salvando las distancias temporales puedo llegar a comprender mucho mejor lo que debió ser aquello. Nos tocaba un dosis de humildad y nos la estamos llevando.
¿Cómo os está afectando esta situación a nivel laboral?
Por un lado es una suerte pasar esto en un pueblo. Por la amplitud de espacio y las posibilidades que te ofrece si lo comparas con un piso en medio de una ciudad. Además, yo estoy con mi marido y con mi hija, que es muy enérgica y muy alegre y me ayuda mucho con su actitud y su forma de afrontar la situación. Por otro lago, el campo ni puede ni debe parar, pero yo hay veces que no sé bien cómo asesorar a mis trabajadores, que no sé bien cómo actuar para garantizar su seguridad laboral. Y eso que tengo que decir que la Guardia Civil está haciendo una gran labor en este sentido, pero los criterios cambian y hay veces que no se sabe muy bien qué pautas seguir.
Por lo demás es pronto para saber con detalle las consecuencias. En estos momentos Áridos está cerrado, los yesos están abiertos, pero porque suministramos a cementeras, y la almazara la hemos abierto este año y después de esto pues no sé cómo irá. Lo que es seguro es que las consecuencias económicas van a ser muy duras.
¿Qué es lo que más te preocupa de esta situación?
Lo que más me preocupa es que haya gente que pase hambre después de esto. El virus pasará a un sexto plano si un padre o una madre no puede llevar comida a sus hijos. Yo soy autónoma, pero tengo trabajadores a mi cargo y poder mantenerlos a todos me preocupa mucho.
Creo que estáis siendo los encargados de la desinfección de Escatrón durante estos días
Sí, lo hacemos solidariamente y lo hacemos encantados, porque cada uno tiene que hacer lo que pueda y nosotros tenemos los vehículos para poderlo hacer. Se hace cada sábado y es una labor que lleva mucho trabajo y cuesta bastantes horas, porque no es lo mismo que sulfatar en el campo.
¿Has pensado en lo primero que vas a hacer cuando se levante el confinamiento?
Ir a ver a mi madre, que está en Alborge, y a la Virgen de Montler andando. También sufro mucho de no poder dar un abrazo, así que tengo muchas ganas de poder hacerlo, y sé que voy a llorar mucho cuando eso pase.
¿Crees que aprenderemos algo de todo esto?
A lo mejor valoraremos todo un poco más… puede ser, ojalá, pero no creo. No creo que nos vaya a hacer mejores. Porque los que eran malos, ahora son más malos, y los que son buenos, pues ya lo eran. Es cierto que veo solidaridad en personas, pero me gustaría ver más. Debemos entender que tenemos que ceder todos para poder subsistir.