Las voces femeninas de la cuarentena: “No somos superhéroes, pero intentamos hacer nuestro trabajo lo mejor posible”

La pandemia ha paralizado nuestra vida de puertas hacia afuera. Pero de puertas hacia dentro seguimos viviendo, sufriendo, trabajando, educando y preocupándonos por una situación que le ha dado un vuelco a nuestra rutina.
En zafarache se nos ocurrió que era buena idea acercarnos un poco a esa nueva rutina de la cuarentena a través de testimonios directos de vecinos de la comarca. Por eso, decidimos buscar a una persona de cada uno de los 10 municipios, pero también queríamos que nos contaran su historia desde perfiles diferentes: personas que vivieran en familia, que vivieran solas, autónomos, amas de casa, personas con hijos de diferentes edades, personas que desarrollaran trabajos esenciales e insustituibles en estos días… Y, así, aunando todo esto, han salido estas entrevistas, que pretenden acercar esa nueva rutina y reflexionar sobre cómo nos cambiará la pandemia.
Esperamos que os gusten y agradecemos de corazón la conversación con todas y cada una porque fue un baño de realidad y, a la vez, un chute de energía. ¡Gracias por ser como sois!!
Hoy os dejamos la entrevista de Charo Lores, de Gelsa, que ha pasado el confinamiento trabajando mucho en las dos tiendas de alimentación que regenta en Gelsa y Velilla, aunque tuvo que pasar 14 días aislada en casa por posible positivo de coronavirus y dejar a sus empleadas solas en las tiendas durante ese tiempo.
Charo Lores tiene 37 años y es vecina de Gelsa. Tiene una tienda de alimentación, Lores Romero, en Gelsa y, desde julio de 2006, también en Velilla, razón por la cual esta crisis sanitaria ha colocado su trabajo en primera línea. Por si fuera poco, en esta cuarentena, ya ha vivido su propio aislamiento domiciliario y el de su marido.
¿Qué es lo que más te está costando? ¿Te imaginabas que alguna vez pasarías por una situación como esta?
Pasar por una situación similar no cabe en ninguna cabeza, parece de una película americana. Mi marido tuvo síntomas y el médico dijo que era conoronavirus. Así que lo he tenido 14 días aislado en casa, en una habitación, dejándole la bandeja de la comida en la puerta y nada más. Mis hijas preguntaban si se iba a morir, oyen tantas cosas… Y yo por un posible positivo también he estado aislada. He pasado mucho miedo, mucho, a que se contagien mis hijas, por mi marido, por mi familia, por el negocio… no puedes dejar a dos pueblos sin tienda, y más en esta situación. Además si cerraba las tiendas venía la ruina. Así que como yo estaba bien, aislada pero bien, conecté mi ordenador con el de la tienda y seguí trabajando desde casa con facturas, con precios… afortunadamente las chicas que trabajan conmigo me dijeron que no me preocupase, que entre todas lo sacaríamos… y luego está lo de hacer de profes, esa es otra. Mientras he estado en casa hacer de profe bien, pero ahora trabajando es otro cantar. Lo primero que he hecho es informar a los maestros de nuestros horarios…
Y no ver ni a mis padres ni a mis suegros… Les llamo al timbre, dejo la bolsa de la compra y ellos la cogen, pero de lejos todo. Y menos mal que están las videollamadas, que sino…
¿Está afectando el confinamiento a tu negocio?
La tienda la abro una hora más tarde para reponer y limpiar todo con lejía. Ahora tenemos mucho trabajo, la gente tiene que comprar en tiendas de cerca de su casa y eso se ha notado mucho. A los clientes les pedimos que se pongan guantes, aunque ya lleven los suyos, y hacemos mucho hincapié en la higiene. La tienda de Gelsa tiene un aforo de cinco personas, con lo grande que es, y el resto está en la puerta esperando. Y la gente lo entiende y es paciente.
Estamos trabajando con pantallas, mascarillas, guantes… pero aun así el show que se monta al entrar en casa: fuera traje, fuera protecciones y a ducharse con pelo y todo. Yo lo llevo corto, pero tengo compañeras que lo llevan largo y ¡lo que les cuesta!. Ten en cuenta que nosotras estamos en contacto con los clientes, con los repartidores, los proveedores…
Los vecinos agradecen que esté abierto, y el Ayuntamiento de Velilla, el de Gelsa, y hasta la Guardia Civil nos preguntan cómo estamos y si necesitamos algo. Hay vecinas que nos ofrecen mascarillas… en estos momentos se ve lo mejor y lo peor de la gente. Y yo puedo decir que nos sentimos arropadas.
No somos superhéroes, pero intentamos hacer nuestro trabajo lo mejor posible. Me gustaría mucho que la gente se diera cuenta de lo importantes que son los servicios en los pueblos. Para vender el kilo de sal que se te ha olvidado en Zaragoza no merece la pena… en estos malos momentos los que estamos al pie del cañón somos los negocios del pueblo.
¿Qué es lo que más te preocupa de esta situación?
Que va a pasar después, a corto medio plazo. La crisis que viene es muy gorda. Yo en esta crisis soy una privilegiada porque he podido trabajar, pero hay gente que lleva en casa desde el 13 de marzo...
Cuando seamos mayores les contaremos a nuestros nietos “antes del coronavirus nos juntábamos en la plaza para las fiestas y hacíamos meriendas todos juntos…” También me da miedo el verano, cuando vengan los de la segundas residencias. Porque aquí en los pueblos los casos son pocos y están muy controlados, no se ha extendido, pero como venga mucha gente no sé si ese control seguirá siendo posible. Hace poco grabaron en Velilla un programa piloto para Aragón Televisión por el tema de la despoblación. A los que nos gusta el pueblo, trabajamos en él, vivimos y educamos a nuestros hijos en él, lo defendemos porque queremos seguir haciéndolo.
¿Crees que aprenderemos algo de todo esto?
No, no lo creo. Cuando la normalidad vuelva volveremos a ser igual, somos muy individualistas. Y lo vamos a pasar mal porque si todo lo que queda de 2020, que se va a cumplir eso de año bisiesto año siniestro, no va a ser nada normal tú me dirás… no tenemos claro si vamos a poder hacer una comida familiar, las comuniones, las bodas, cuántos autónomos vamos a perder…
¿Has pensado en lo primero que vas a hacer cuando se levante el confinamiento?
Una comida en la era con mi familia, no me hace falta más. Quiero comer con mi familia y mis amigos, quiero poder estar con los míos: familia, amigos y con los de la jota. Esos ensayos de los viernes los echo mucho de menos.
Si tuvieras que sacar algo positivo de todo esto, sería…
El cariño de la gente en el trabajo, en los días de mi confinamiento he podido pasar más tiempo con mis hijas, mi equipo me ha demostrado que cuento con ellas para sacar el negocio adelante, somos cuatro mujeres luchadoras... Te das cuenta de lo que valen las pequeñas cosas y los pequeños gestos. No hace falta mucho más.