Frenéticos días de fiestas los que se han disfrutado en Escatrón, que ya comenzaron el viernes anterior al chupinazo, con una marcha senderista y su correspondiente almuerzo organizado por la peña zaragocista. La víspera festiva acabó con una ronda jotera que, como todos años, emocionó a los vecinos del casco histórico por donde discurrió.

Como decía Ixo Rai, nos pusimos la muda bien limpia y acudimos al “Vareador” el sábado, donde la peña The Band tuvo este año el honor de colocarle el “pañolico” y lanzar el chupinazo con el que comenzaron las fiestas. Fue la señal de salida para que las carrozas desfilaran hasta la plaza San Roque, donde se entregaron los premios. Hubo gran participación, destacando la intervención de muchos niños, y casi todo el mundo acabó mojado, gracias a la carroza de la peña Kamboya que refrescó a los presentes desde su jacuzzi.

Por las noches fueron desfilando orquestas de todo tipo, que dejaban sitio a la disco móvil, donde aceleraban la marcha los jóvenes para aguantar hasta la “diana vaquillera”. Todos los días hubo vaquillas, mañana y tarde, incluso toro de ronda el lunes, aunque, como es un espectáculo no del gusto de todos, los no taurinos este año pudieron gozar de conciertos vespertinos de varios estilos, triunfando las rancheras del martes en el pabellón Santa Lucía. También gustaron mucho otras novedades introducidas en el programa por la comisión de fiestas, como la exhibición de mobylettes.

Así, entre concursos de guiñote, de petanca, tiro al plato, natación, chocolatadas, la pastica de San Roque, hinchables para los niños, y la procesión en honor a nuestra Señora de la Asunción y San Roque, se llegó a la cena de la vaca, gracias a la colaboración de unos expertos cocineros y peladores de patatas que año tras año están al pie del fuego. Después, con fuegos, pero artificiales en el campo de futbol, se entonó el Pobre de mí y, agotados, vecinos, vecinas y visitantes se retiraron a esperar a febrero, mes en el que se celebrarán las fiestas patronales en honor a Santa Águeda.

Fernando Quílez